Comentario
De los más valles y pueblos que hay por el camino de los llanos hasta llegar a la ciudad de los Reyes
En la serranía, antes de llegar al paraje de la ciudad de los Reyes, están pobladas las ciudades de la frontera de los chachapoyas y la ciudad de León de Guanuco. No determino tratar dellas nada hasta que vaya dando noticia de los pueblos y provincias que me quedan de contar de la serranía, en donde escrebiré sus fundaciones con la más brevedad que yo pudiere; y con tanto, pasaré adelante con lo comenzado. Digo que desta ciudad de Trujillo a la de los Reyes hay ochenta leguas, todo camino de arenales y valles. Luego que salen de Trujillo se va al valle de Guanape, que está siete leguas más hacia la ciudad de los Reyes, que no fue en los tiempos pasados menos nombrado entre los naturales, por el brebaje de chicha que en él se hacía, que Madrigal o San Martín en Castilla, por el buen vino que cogen. Antiguamente también fue muy poblado este valle, y hubo en él señores principales, y fueron bien tratados y honrados por los ingas después que ellos se hicieron señores. Los indios que han quedado de las guerras y trabajos pasados entienden en sus labranzas como los demás, sacando acequias del río para regar los campos que labran, y claro se ve cómo los reyes ingas tuvieron en él depósitos y aposentos. Un puerto de mar hay en este valle de Guanape, provechoso, porque muchas de las naos que andan por esta mar del Sur, de Panamá al Perú, se fornecen en él de mantenimiento.
De aquí se camina al valle de Santa; y antes de llegar a él se pasa un valle pequeño, por el cual no corre río, salvo que se ve cierto ojo de agua buena, de que beben los indios y caminantes que van por aquella parte; y esto se debe causar de algún río que corre por las entrañas de la misma tierra. El valle de Santa fue en los tiempos pasados muy bien poblado, y hubo en él grandes capitanes y señores naturales; tanto, que a los principios osaron competir con los ingas; de los cuales cuentan que, más por amor y maña que tuvieron que por rigor ni fuerza de armas, se hicieron señores dellos, y después los estimaron y tuvieron en mucho, y edificaron por su mandado grandes aposentos y muchos depósitos; porque este valle es uno de los mayores y más ancho y largo de cuantos se han pasado. Corre por él un río furioso y grande, y en tiempo que en la sierra es invierno viene crecido, y algunos españoles se han ahogado pasándolo de una a otra parte. En este tiempo hay balsas con que pasan los indios, de los cuales hubo antiguamente muchos millares dellos, y agora no se hallan cuatrocientos naturales; de lo cual no es poca lástima contemplar en ello. Lo que más me admiró cuando pasé por este valle fue ver la muchedumbre que tienen de sepulturas y que por todas las sierras y secadales en los altos del valle hay número grande de apartados, hechos a su usanza, todos cubiertos de huesos de muertos. De manera que lo que hay en este valle más que ver es las sepulturas de los muertos y los campos que labraron siendo vivos. Solían sacar del río grandes acequias, con que regaban todo lo más del valle, por lugares altos y por laderas. Mas agora, como haya tan pocos indios como he dicho, todo lo más de los campos están por labrar, hechos florestas y breñales, y tantas espesuras, que por muchas partes no se puede hender, Los naturales de aquí andan vestidos con sus mantas y camisetas, y las mujeres lo mismo. Por la cabeza traen sus ligaduras o señales. Frutas de las que se han contado se dan en este valle muy bien, y legumbres de España, y matan mucho pescado. Las naos que andan por la costa siempre toman agua en este río y se proveen destas cosas. Y como haya tantas arboledas y tan poca gente, críanse en estas espesuras tanta cantidad de mosquitos, que dan pena a los que pasan o duermen en este valle, del cual está el de Guambacho dos jornadas, de quien no terné que decir más de que es de la suerte y manera de los que quedan atrás y que tenía aposentos de los señores; y del río que corre por él sacaban acequias para regar los campos pue sembraban. Deste valle fuí yo en día y medio al de Guarmey, que también en lo pasado tuvo mucha gente. Crían en este tiempo cantidad de ganado de puercos y vacas y yeguas. Deste valle de Guarmey se llega al de Parmonga, no menos deleitoso que los demás, y creo yo que en él no hay indios ningunos que se aprovechen de su fertilidad; y si de ventura han quedado algunos, estarán en las cabezadas de la sierra y más alto del valle, porque no vemos otra cosa que arboledas y florestas desiertas. Una cosa hay que ver en este valle, que es una galana y bien trazada fortaleza al uso de los que la edificaron; y cierto es cosa de notar ver por dónde llevaban el agua por acequias para regar lo más alto della. Las moradas y aposentos eran muy galanos, y tienen por las paredes pintados muchos animales fieros y pájaros, cercada toda de fuertes paredes y bien obrada; ya está toda muy ruinada, y por muchas partes minada, por buscar oro y plata de enterramientos. En este tiempo no sirve esta fortaleza de más de ser testigo de lo que fue. A dos leguas deste valle el río de Guaman, que en nuestra lengua castellana quiere decir río de Halcón, y comúnmente le llaman la Barranca. Este valle tiene las calidades que los demás; y cuando en la sierra llueve mucho, este río de suso dicho es peligroso, y algunos pasando de una parte a otra se han ahogado. Una jornada más adelante está el valle de Guaura, de donde pasaremos al de Lima.